Un día soleado,
cuando Tom salió para ir al monte con su bicicleta, le sorprendió un
papel arrugado al pie del portal. Lo cogió y lo empezó a leer. Cuando acabó de
leer el papel puso cara de sorpresa, decía que tenía que seguir las
indicaciones para encontrar una puerta mágica que aguardaba un descubridor. Él, lleno de entusiasmo, siguió las señales que le llevaron a una montaña. A lo
lejos vió un haz de luz encima de
una llanura, supuso que estaría a unos cinco kilómetros. Empezó a andar, y
pasado un bosquecillo, se le apareció un gigante que le formuló una adivinanza:
“es pequeño y de color verde, lo cultivan en la huerta, a ver si hay suerte y
la aciertas”. Tom, pensó y dijo: "son los guisantes". El gigante se movió y dijo: "adelante, maestro". Tom se acercó a la puerta, la abrió y un fuerte sonido le golpeó
los tímpanos. Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que era solo un sueño y
que nada había pasado, ni el gigante, ni la puerta. Se vistió, desayunó y
salió. La sorpresa era otro mundo. De repente salió un gnomo, y dijo que lo que la puerta hacía era
que lo llevaba a un mundo, pero no cualquier mundo, a su mundo, era suyo y era perfecto.
Manuel Lorenzo Puga - 6º