Un día de primavera nació en el bosque un pajarito.
En este bosque como en todos había animales de otras especies. Sus árboles eran altos y verdes, y su río de agua clara lo cruzaba.
Este pájaro se llamaba Rufino. Tenía tres hermanos que se llamaban: Tigrilla, Ormina y Erminez. Solían jugar al escondite, a las carreras y a muchos otros juegos. Sus amigos eran: Cornelius, que era una golondrina igual que ellos; Pepita, que era una conejita; y Fiuncho, que era una ardilla.
Cuando estaban aburridos exploraban el bosque en busca de cosas nuevas.
Un día de estos aburridos encontraron una cueva escondida detrás de unos arbustos. Como no les daba miedo nada dicidieron entrar en la cueva. Al principio todo era oscuridad. Cuanto más andaban se veía una luz al final de la cueva. Cuando llegaron al final descubrieron un claro que daba a otro bosque.
No era un bosque como el que ellos conocían, si no que era un bosque seco y triste. Rufino y sus amigos no sabían porqué el bosque estaba así. Al fondo había una casa con muchas estatuas en el jardín.
Rufino y sus amigos se preguntaron:
-¿Quién vivirá en esa casa?- Preguntó Fiuncho.
-No lo se, Fiuncho-dijo Cornelius un poco asustado.
Cuando vieron las estatuas de cerca descubrieron que eran animales como los que hay en su bosque, pero estos estaban petrificados. Llamaron a la puerta y les abrió un hada que les explicó porqué el bosque estaba así de triste y seco. El hada se llamaba Fátima y no sabía como devolverle la vida al bosque ella sola.
Les preguntó sus nombres y les pidió ayuda. Les contó lo que pasó y qué tenían que hacer para recuperar ese bosque.
-Tenemos que juntar agua de una catarata, tierra del bosque, coger unas hojas de un árbol verde y hacer una poción diciendo estas palabras: "El bosque queremos recuperar para que vuelva a la vida y florezca otra vez"
-A que esperamos- dijo Rufino
-Pues no hay agua en el río y los árboles y plantas están secos- dijo el hada con tristeza.
-Pero nosotros si tenemos agua y hojas verdes que trajimos para merendar-dijo Pepita.
-¡De verdad! ¡Eso sería maravilloso!. Ahora sólo necesitameos una olla y mi magia- dijo el hada. Cogió una de sus ollas y echó todo dentro. Cuando estuvo lista la poción el hada dijo las palabras mágicas: "El bosque queremos recuperar para que vuelva a la vida y florezca otra vez". Pasaron unos minutos y el bosque volvío a la vida con fuerza y las estatuas recuperaron también la vida.
Fátima les dió las gracias por su ayuda y los invitó a volver siempre que quisieran pero no debían contárselo a nadie porque era un bosque secreto.
LAURA PORTELA 3ºB